Porque
me he dado cuenta que no vale la pena darle importancia a las cosas que
no la tienen. Nos creemos muy sabios, pensamos que todo lo sabemos.
Pero aun nos quedan muchos errores por cometer, demasiadas lecciones por
aprender. Tropezaremos hasta que nos sangren las heridas, pero luego
todas terminan por cicatrizar. El tiempo es una tirita que junta los
pedacitos que quedan de aquello que has sido, y que quizá nunca volverás
a ser. Crecemos. Maduramos. Solo que no siempre al ritmo necesario.
¿Qué sabremos nosotros de la vida? Cada problema, cada obstáculo parece
un mundo que nos impide tener lo que esperamos, hacer lo que queremos.
Aunque si algo he aprendido, por poquito que sea, es que hundirse
realmente no sirve de nada. Las cicatrices no son malas, nos recuerdan
las equivocaciones que hemos tenido, las lágrimas malgastadas. Pero
también que aquello por lo que luchamos fue real, que las metas no
siempre se consiguen pero son necesarias para poder guardar un poquito
de ilusión debajo de la almohada. Yo estoy lleno de pequeñas cicatrices.
Y la verdad esque estoy orgullosa de todas y cada una de ellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario